La naturaleza tiene alguna razón para que algunos frutos tengan pelos, vellosidades, espinas, chuzos, puntas, púas, pullas, asperezas, rugosidades y otras características similares que los hacen parecer como agresivos, desafiantes, destructores, duros, hoscos, amenazantes, intimidantes y de una belleza extraña; a veces, de difícil acceso para su consumo y uso. ¿Qué se esconde tras estas corazas o disfraces?, ¿Qué nos quieren decir mediante este lenguaje tan difícil de interpretar para la mente humana?; Para la comunidad científica, las anteriores estructuras reciben la denominación de brácteas, espinas y tricomas (pelos o pubescencias) y constituyen modificaciones epidérmicas para la defensa y supervivencia de estas especies. Pueden presentan sus vellosidades en los tallos, hojas o frutos
Los Tricomas
Especies con pelos o pubescencias suelen vivir habitualmente en lugares, secos o elevados donde se producen grandes contrastes térmicos entre el día y la noche, como en los desiertos o en la alta montaña. Por estas características sus mecanismos de defensa son muy especializados. Presentan una gran adaptabilidad biológica y almacenan agua en grandes cantidades, de hecho sus frutos son muy jugosos e ideales para el aporte hídrico en los hábitats mencionados, por su gran valor nutricional protegen, sostienen y permiten la supervivencia de los habitantes de estas regiones resultando muy útiles para el mantenimiento de sus sistemas nervioso, digestivo e inmunológico
Las condiciones adversas a las que están sometidas estas especies vegetales, de cuyos frutos depende la propagación de la especie, generaron mecanismos de defensa para protegerlas, ya que han invertido grandes cantidades de tiempo, esfuerzo y trabajo prolongando así su existencia por largos periodos de tiempo.